EL SÍNDROME DE LO OBSOLETO

H

e querido rescatar esta antigua opinión que escribí hace diez años. La plasmé en un antiguo y olvidado blog, y al ver que todavía seguía allí, colgado en la red y sentir que lo que cuenta no ha cambiado mucho en mí, me ha parecido oportuno mostrároslo. Así comienza:

Hoy es un día tranquilo. Por aquí en Barcelona el cielo está algo nublado a la vez que brillante. El día en el trabajo está transcurriendo tranquilo, quizás porque me lo tomo con cierta calma y no dejo que me estresen.

Esta mezcla de quietud me ha hecho recordar un encabezado de un viejo artículo llamado "El síndrome de lo obsoleto". No recuerdo muy bien su contenido, pero por el título que lleva os podéis hacer una idea de lo que hablaba.

Y es que parafraseando al autor, yo también creo que tengo ese síndrome en mi interior. Todo lo que es antiguo, lo que ya no es moderno, lo que ha sido suplantado por algo mejor o más actual, atrae mi atención. Es una sensación un tanto extraña que casi no se puede explicar, pero antes de intentar dar una definición a ese sentimiento, me remontaré a mi pasado para poder explicarme mejor.

Mi juventud la recuerdo con cierta nostalgia, jugando a jueguecillos y merendando los bocadillos de mi madre. Mi infancia estuvo marcada por un ordenador: el MSX. Era un Sony HB 20P de color negro con las letras gris clarito. Fue él el que me introdujo en el mundo en el que hoy todavía continúo y que podríamos llamar el retrogaming. Bien es cierto que disfruto jugando al Resident Evil de Wii a dobles con mi novia, pero todavía me sigue tirando más jugar a algún juego incoloro del Spectrum o escuchar algunas músicas FM hechas con el MSX. Pero... ¿qué me dio ese viejo pero precioso ordenador? ¿El gusto por las cosas trabajadas? ¿La imaginación de los juegos de entonces? No... es algo más "oscuro" que va ligado al síndrome de lo que ya ha caducado. Y es que al ser ese ordenador negro, me impregnó de ese color para el resto de mi vida en lo que a aparatos se refiere. Nunca me han gustado los PC blancos, ni las consolas de colores llamativos... Todo lo que es del mismo color que mi antiguo ordenador, me da más feeling. Cierto, puedo estar como una **** cabra, pero es la verdad. A mi Saturn negra, le tengo más cariño que a su hermana mayor Dreamcast. El Mega CD es negro, pero la SNES era gris PC... Mi iPod es negro, pero su interface es blanco... mmmmm... ¿por qué me tirará más mi Archos 5 con todo su interface en negro?

Sí, lo sé, son delirios, pero es mi verdad. Tengo estos dos síndromes: el síndrome de lo obsoleto mezclado con el síndrome del negro. Soy un loco más, o un visionario incomprendido. ¿Puede lo antiguo ejercer algo enorme y puro en nuestro interior? ¿Todo nos viene de la infancia? Quizás sí, quizás no. Es sólo una opinión de un día nublado, y de unos minutillos de pérdida en el trabajo...

PD: Ah, se me olvidaba: intentad definir el sentimiento que provoca el título de esta opinión... Mezclad autenticidad (ya no habrá más), cariño (ha muerto), romanticismo (no quiero que muera) y locura (¿para qué lo quiero?) y tendréis la definición servida en un bonito plato de color...